El Papa defiende un laicismo abierto a la religión
y condena el fanatismo
Septiembre 14, 2008
PARIS — Benedicto XVI condenó este viernes en París
el fanatismo y coincidió con el presidente francés, Nicolas Sarkozy, en reclamar un laicismo más abierto
a la religión, en el primer día de una visita de cuatro a Francia, la primera de su pontificado.
El Papa
advirtió que la actual generación debe hacer frente a "los extremos de la arbitrariedad subjetiva y del
fanatismo fundamentalista", en un discurso pronunciado esta tarde ante 700 intelectuales y académicos en el colegio
medieval de los Bernardinos, dedicado a la relación entre la fe y la razón.
"Sería fatal si
la cultura europea de hoy llegase a entender la libertad sólo como la falta total de vínculos y con esto favoreciese
inevitablemente el fanatismo y la arbitrariedad", sentenció.
Al ser recibido al mediodía en el palacio
del Elíseo, Benedicto XVI retomó el concepto de "laicismo positivo", acuñado por Sarkozy durante
una visita al Vaticano en diciembre pasado, para reclamar una "comprensión más abierta" de las relaciones
entre Iglesia y Estado.
"Usted, señor presidente, utilizó la expresión 'laicismo positivo'
para designar esta comprensión más abierta", afirmó, al apoyar el distanciamiento de Sarkozy de
la tradición laica radical francesa.
"En este momento histórico en el que las culturas se entrecruzan
cada vez más entre ellas, estoy profundamente convencido de que cada vez es más necesaria una nueva reflexión
sobre el significado auténtico y sobre la importancia del laicismo", agregó.
El presidente francés,
en su discurso de bienvenida al Sumo Pontífice, afirmó que "sería una locura privarnos" de
religiones, "simplemente una falta contra la cultura y el pensamiento. Por eso pido un laicismo positivo".
Es
"legítimo para la democracia y respetuoso con el laicismo dialogar con las religiones. Las religiones, y sobre
todo la religión cristiana, con la que compartimos una larga historia, son patrimonios vivos de reflexión",
agregó Sarkozy al defender las "raíces cristianas" de Francia.
El Papa fue recibido en la mañana
del viernes en el aeropuerto de Orly por Sarkozy y su tercera esposa, Carla Bruni.
Una hora más tarde entró
al Palacio del Elíseo, sede de la presidencia, acompañado por el repicar de las campanas de todas las iglesias
de París.
El Papa se dio un baño de masas en el centro de la capital al recorrer en el "papamóvil"
la distancia entre el colegio de los Bernardinos, donde se reunió con los intelectuales, y Notre Dame.
En la
catedral ofició unas vísperas antes de dirigirse a los 60.000 jóvenes congregados en su explanada, ante
quienes denunció la "superficialidad" de la "moral disoluta", alertándolos del peligro de
las "pseudosabidurías religiosas o filosóficas".
Alrededor de medianoche, una procesión
con antorchas partirá de Notre Dame en dirección a los Inválidos, donde Benedicto XVI oficiará
el sábado un misa al aire libre a la que se espera que asistan unos 200.000 fieles.
El sábado parte hacia
Lourdes (sur) para conmemorar el 150º aniversario de la aparición de la Virgen María a una pastorcita,
según la tradición católica.
De "Misión imposible" calificó este viernes
el diario francés Liberation la aspiración de que la visita del Papa de nuevos bríos al catolicismo en
Francia, llamada antaño la "hija primogénita de la Iglesia".
Aunque la católica sigue
siendo de lejos la primera religión en número de creyentes, Francia acoge además una gran comunidad musulmana
con 5 millones de fieles y otra judía, y desde 1905 establece una radical separación de Estado e Iglesia.
En
Francia hay 35 millones de personas bautizadas sobre un total de 63 millones. Un sondeo difundido el año pasado por
la revista Le Monde des Religions mostró que un 51% de los franceses se considera católico, frente a 80% a principios
de los 90. Y sólo el 10% de los católicos asiste regularmente a misa.